lunes, 4 de julio de 2011

Minutos Humanos.




Mi trascendencia es un mundo particular al que llamo con crudeza: sueños.
He estado rogándole a mis estrellas que logres provocarme millones de sonrisas por más minutos humanos.

Mis confesiones van mucho más allá que la mera definición de puntos en que el te favorece mi vida completa. Y lo hace…lo hace…Lo cierto es que  todos los días defino con barro para que aquella silueta quede exactamente igual a la tuya pero su mezcla tiene un componente innato: la ternura. Me encantaría despertarme sin tanto vacío…vacío que no me dejó tu amor, vacío que me dejó el amor que  profesaba en tus horas de sueño.

Tanto pedirle al cosmos mi desaparición y mi lejanía y mi destrucción, que creo que algún dios del Olimpo logró escucharte. Logró transformarme cual sonido amargo que se mete en aquellas sombras humanas y las trastoca de por vida…así…así tan literal como lo deseaste. Así, así…tan definido como lo escribiste.

No era suficiente sólo con dejarme caminar, era necesario ir cambiándole  las huellas a mi cuerpo según las reglas de un mundo más restrictivo y más duro.  Vamos por el camino dándole curvas o poniéndole rectas a los que a nuestro lado van, y no dejamos que sus pies hagan el camino.

Y… ¿quién soy yo?, ¿quién me autorizó a golpear otras almas? ¿Quién defiende el derecho del hambriento, la mujer, al liberal y al ladrón?  Pues como bien dice una canción de Silvio Rodríguez: “Si alguien roba comida y después da la vida, que hacer? ¿Hasta dónde debemos practicar las verdades?
¿Hasta dónde sabemos?”  

Al final, ¿no es esto lo más importante en la vida?, sencillamente dejar la justicia al único que puede hacer señalamientos por tener un alma limpia?
Cada mañana durante meses he despertado a la realidad de que existe una realidad subterránea enterrada en mí, más allá de la realidad  de mis ojos y diario vivir y esa es *tu presencia*.   

Tienes poder para desgraciarme la vida, como para hacerme un alocado ser errante lleno de felicidad.  Disfrutando de los espíritus, disfrutando de los cielos, el pasto, la lluvia y aquellas montañas que escuchábamos con nuestras sonrisas en las peores situaciones del mundo.  Hemos visto más lluvias y nubes que soles, pero jamás nos faltaron estrellas, jamás nos faltó un árbol, jamás nos falto animales que habitaban en nuestro mundo. Y el otro mundo que realmente solo quería destruirnos con duras realidades.

Y a través de los minutos me voy convirtiendo el caso perdido de aquellas narraciones donde se espera a aquel príncipe azul, uno que nunca llega, uno que nunca es, uno que nunca aparecerá…y luego de verme en el espejo comienzo a darme cuenta que con cada paso que das lejos de mí, voy desapareciendo…y tocando con mis dedos esos pedazos de cara que ya no están, detrás de mi silueta van pasando nuestros recuerdos…y cuando van cayendo las lágrimas…miro mis pies y no hay tierra, y no hay piso, y no hay azulejos. De pronto subo el rostro a volver a ver lo que quedaba de mí para recordar siempre cómo solía ser y de pronto al verme...veo tu rostro. Tu vida. Los hijos. Los sueños, Jonathan, el juego, las lluvias, un toque de polvo mágico y mucha vida. Y despierto…con frío, con miedo que no llames mi alma jamás. Con miedo que no ames mi alma jamás, con miedo que no me reconozcas jamás….

AICJ

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